El período de la vida que va entre los 12 y los 17 años está
marcado por profundos cambios en el cuerpo, en la forma de ver el mundo y a los
demás. Esta es una etapa de transición, llena de promesas, pero también de
inseguridades, peligros y desafíos. El inicio de la vida adulta depende, en
gran medida, de las garantías y oportunidades que el Estado y la sociedad
ofrezcan a los adolescentes para avanzar en su desarrollo intelectual y
emocional y en definir sus proyectos futuros. Para monitorear todas estas
garantías, a lo largo de estos 6 años, el ODNA se ha preguntado: ¿cuántos
adolescentes se encuentran excluidos del sistema educativo? , ¿qué proporción
de muertes de adolescentes son evitables, es decir no se deben a enfermedades o
causas biológicas?,¿qué proporción de los nacimientos anuales son de madres
adolescentes?.
La calificación que obtiene el país es deficiente: sólo
llegamos a 3.7 sobre 10. Si bien en la Amazonía los IDN-3 mejoran un poco, 4.2
sobre 10 , y en la Costa, 3.8 sobre 10 ; en la Sierra éstos descienden a 3.6
sobre 10. Esta calificación nada alentadora se explica a partir del incremento
en las muertes por causas evitables que, actualmente, alcanza el 35%. Asimismo los
embarazos de madres adolescentes han ido en ascenso para ubicarse en el 7%.
La única mejoría que se observa en estos años, se relaciona
con el derecho a la educación, siendo menor la incidencia en la exclusión del
sistema educativo entre los adolescentes, pues este indicador ha caído a la
mitad. De ahí que, la igualdad de oportunidades para enfrentar la vida adulta
sea todavía un pendiente que tanto el Estado como la sociedad mantienen con los
adolescentes.
Hace veinte años el porcentaje de adolescentes estudiando
era 72%, cifra que hoy alcanza el 81% a pesar de que es en ésta edad cuando más
jóvenes abandonan sus estudios por trabajar (INEC, 1990 y 2010). Esos
innegables avances, lamentablemente se ven opacados por datos que revelan las
complejas condiciones en las que crecen buena parte de los más grandes. Por
ejemplo, en los últimos veinte años, el suicidio entre los y las adolescentes
de 12 y 17 años pasó a ser su segunda causa de muerte. De hecho, en diez
provincias serranas y amazónicas, con alta presencia de población indígena y
rural, la primera causa de muerte de adolescentes, en los recientes cuatro
años, ha sido el suicidio. Y, en ciertas provincias como Guayas o las
fronterizas Esmeraldas, Sucumbíos, u Orellana, el homicidio a adolescentes figura
como la primera causa de muerte de ese grupo etário (INEC, 1995 y 2009).
Muy interesante articulo . Nos interesan mucho los desencadenantes de los suicidios . Hay que frenar tambien ese terrible problema .
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